Nuestra Historia

Un camino de esfuerzo, compromiso y confianza.

Lo nuestro no empezó como un simple negocio, sino como una verdadera historia de vida.

Soy Natalia, CEO de La Revancha – Sodamar, junto con Edgardo y quiero abrirte la puerta a nuestra historia, porque creemos que cada familia que nos elige también forma parte de ella.

En 2019, cuando nos conocimos, ninguno de los dos imaginaba que además de comenzar una relación, íbamos a empezar a construir un sueño. En aquel entonces, Edgardo trabajaba en una casa de repuestos en Ciudad de la Costa, con una rutina estable que le daba cierta seguridad. Yo, en cambio, dividía mis días entre el reparto de agua con mi padre y mis horas repartiendo el correo. Teníamos trabajos distintos, horarios ajustados y poco tiempo libre… pero teníamos algo mucho más fuerte: la convicción de que juntos podíamos lograr algo propio.

Fue así que, entre charlas, ilusiones y muchas ganas de crecer, decidimos lanzarnos a nuestro primer pequeño reparto. Los sábados de tarde, cuando ya estábamos cansados de la semana laboral, nos subíamos igual al vehículo con entusiasmo y salíamos a golpear puertas, a hablar con vecinos, a ofrecer lo que hacíamos con tanto esfuerzo. Así llegaron nuestros primeros clientes: familias del Complejo América, del Complejo Artigas y los familiares de Edgardo, que confiaron en nosotros cuando todo recién comenzaba.

Cada nuevo cliente era una alegría inmensa, una confirmación de que íbamos por buen camino. Y fue en ese proceso, con cada entrega, con cada sonrisa recibida, que empezamos a sentir que no se trataba solo de vender agua, sino de brindar un servicio que llegaba a los hogares como parte de la vida diaria.

Con el tiempo apareció una oportunidad mucho mayor: la posibilidad de comprar un reparto ya establecido, con su marca y sus clientes. La decisión no fue fácil. Había dudas, miedos, noches enteras pensando en qué pasaría si salía mal. Pero Edgardo, con enorme valentía, decidió dar un salto de fe: dejar atrás más de cinco años de un trabajo seguro para arriesgarse a emprender. Esa fue una de las decisiones más importantes de nuestras vidas.

Poco después, mi padre decidió jubilarse, y me dejó a cargo del reparto que habíamos llevado juntos durante años. Fue un momento muy especial, porque además de continuar con su legado, significaba que ahora los dos —Edgardo y yo— teníamos nuestras propias marcas, nuestros propios caminos… y al mismo tiempo, el deseo de unir fuerzas y crecer juntos.

A partir de ahí nos propusimos tomarnos este proyecto en serio: invertimos en capacitaciones, mentorías y nos rodeamos de personas que, como nosotros, estaban dispuestas a soñar en grande. Cada curso y cada encuentro nos impulsaban a mejorar, a buscar nuevas ideas y a no conformarnos con lo básico.

Hoy miramos hacia atrás y vemos cuánto hemos avanzado. Aquellos sábados de sacrificio se transformaron en un negocio sólido, pero sobre todo humano, que lleva agua —ese recurso tan vital— a cientos de familias que confían en nosotros semana a semana.

Porque La Revancha – Sodamar es mucho más que agua en un bidón o en un sifón: es la historia de Nelson y Mari, mis padres, que con esfuerzo y constancia marcaron el camino; de Esteban, creador de Sodamar, que dio los primeros pasos; de mí, Natalia, que me animé a innovar y transformar el negocio; y de Edgardo, que dejó su zona de confort para poner todo su ímpetu en este sueño. Es también la historia de muchas otras personas que un día se animaron a soñar, que transformaron sus miedos en coraje y que hoy siguen acompañándonos.

Y lo más lindo es que cada cliente que abre su puerta y nos recibe también pasa a ser parte de esta historia. Porque este camino no lo caminamos solos: lo hacemos junto a cada familia que confía en nosotros para algo tan esencial como el agua.

Nuestro compromiso es seguir creciendo sin perder la esencia con la que empezamos: brindar un servicio cercano, humano y de calidad. Lo mejor de esta historia todavía está por escribirse… y queremos que vos también seas parte de lo que viene.